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jueves, 22 de octubre de 2015

Alas rotas.

 
Por las mujeres víctimas de las violencias de género
ojalá un día logren alcanzar el vuelo.
 

Jugaste a ser grande
a dominar mis miedos
a hundir mis sueños,
jugaste el papel de macho
jugaste a  anularme
haciéndome creer
que valía menos que el suelo
y aunque tus besos
me arañaban
no fui consciente
de que no me querías
que jamás lo habías hecho,
y aunque nunca me devolviste mis alas
logré tejerme otras con hilo

de libertad, esperanza y  dignidad  ,
logré quitarme el velo
y liberarme del yugo
opresor de tu veneno,
hoy aprendo de nuevo a volar
y aunque el camino sea angosto
aunque me caiga
y se abran mis heridas
una a una las lameré
y lograré surcar el cielo.


© Irene Argos.

domingo, 18 de octubre de 2015

Un hola, nada más.

 
 
 
Hoy me ha sucedido algo
que me ha hecho replantearme
mis prioridades en la vida,
después de un buen café y charla con amigas
aprovechando el soleado domingo otoñal
he decidido dar un paseo por las empedradas
y angostas calles de mi querido Cehegín,
abstraída   en el encanto ancestral
que me produce pasear por el Casco Viejo
de mi entrañable y mágico pueblo,
al descender  las escaleras que conducen
desde el Paseo de la Concepción hasta
La Plaza del Mesoncico
en dirección al Museo Arqueológico
( que por cierto me ha encantado y recomiendo)
en la susodicha plaza
en una concurrida terraza
varios grupos de personas
disfrutaban de la soleada mañana dominical
con amigos y parientes entre risas y tertulias
en una de las mesas he creído ver a una conocida,
una persona que conozco de vista
y con la que no tengo relación,
una persona que no ha tenido una vida fácil,
como cosa normal le he dicho:
- Hola ( alzando la mano y sonriendo),
solo un hola y una sonrisa, nada más,
y con brillo en sus ojos
y una visible alegría
que le ha iluminado la cara
me ha dicho textualmente:
-Muchas gracias Elena por saludarme.
En ese momento me he sentido pequeña
por quejarme por tonterías y banalidades
cuando otra persona es feliz
solo con un hola y una sonrisa nada más.
Esa persona me ha hecho recapacitar
y entender que lo verdaderamente
importante de la vida
son los detalles,
los momentos,
la sonrisa,
un simple saludo,
en definitiva las personas
y su felicidad.
Esta reflexión es mi manera
de agradecer a esa persona
que me haya abierto los ojos
y me haya hecho feliz
solo por un hola y una sonrisa, nada más.
Gracias, gracias, gracias.



© Irene Argos.